Independencia Personal

11.11.2012 08:52

     La independencia es uno de los estados más anhelados por el ser humano. Desde niños, con ataques de malcriadez y pataletas, el hombre quiere afirmar su carácter, su independencia. Más tarde, en la adolescencia, con las cosas más impensable trata el ser de afirmar una etapa que es independiente de la niñez y de la edad adulta, en la que también él ó ella como adolescente, desea ser independiente. Ya de adultos somos « independientes » del núcleo parental, escolar o laboral y muchas veces se encuentra el ser en la vejez sin haber todavía descubierto este sentimiento de Independencia, un término tan rodeado de cosas.

    

      Todos hemos venido al mundo como niños totalmente dependientes de otros. Hemos sido dirigidos, educados y sustentados por otros durante bastante tiempo, y está claro que si no hubiera sido así no habríamos vivido más que unas pocas horas, o a lo sumo unos pocos días. Después, nos fuimos haciendo cada vez más independientes. Se podría decir que nos fuimos haciendo cargo gradualmente de nosotros mismos.
   

     Una persona con una dependencia física (un paralítico o un enfermo de Alzheimer, por ejemplo), necesita ayuda de los demás. Sin embargo, no les hace daño fomentarle un poco de independencia, ya que no son seres inútiles y su gran capacidad les genera un sentido de desenvolvimiento. Una persona que sea muy dependiente intelectualmente, cuenta con que otros piensen y decidan por él ante los principales problemas de su vida.


      En cambio, una persona independiente se desenvuelve por sus propios medios, tiene su propia opinión sobre las cosas y sus propias pautas para la construcción de su vida.
 

    Parece claro que la independencia es un logro importante en la vida, pero debe tener también su justa medida, porque ser absolutamente independiente no parece que tampoco sea el gran paradigma de la existencia.   Naturalmente. Entre otras cosas, porque –como señala Stephen Covey– los más altos logros de nuestra naturaleza tienen siempre que ver con nuestra relación con los demás: la vida humana es de por sí interdependiente, y por esa razón hay que encontrar un equilibrio adecuado, una justa medida entre ambos extremos.

   

     La independencia personal nos hace actuar por cuenta propia, y eso es un logro muy importante. Pero no es suficiente como meta final de una vida. Hay que añadir siempre a la independencia una buena dosis de sensatez y buen criterio, para no caer en la ignorancia.

    

     La vida, por naturaleza, es interdependiente. El hombre no puede buscar la felicidad poniendo la independencia como valor central de su vida. De entrada, porque cualquier logro en la vida afectiva de una persona pasa necesariamente por depender en cierta manera   de su esposa, su esposo, sus hijos, sus amigos, su proyecto profesional, etc.; y todos también necesitamos depender de unos principios, ideales y valores que dan sentido a nuestra vida.

   

     En definitiva, se puede ser independiente y comprender que se avanza más trabajando en equipo, no necesariamente convertirse en un ser individualista, porque se necesita enriquecer nuestro pensamiento con el de otras personas, que hay que ser fiel a unos valores acertados, o que toda persona necesita dar y recibir afecto. La vida ha de plantearse buscando compartirla profunda y significativamente con otros, y esto supone siempre un contrapunto ante un afán de independencia mal entendido.

 

¿Qué es independencia interior? esta pregunta la analiza el filósofo y científico Karl Jaspers, a continuación un breve resumen extraído de su ensayo 'La Filosofía'

     La independencia absoluta es imposible. En el pensamiento dependemos de la intuición que tiene que sernos dada; en la vida dependemos de otros, ayudando, a los cuales siendo ayudados por ellos es únicamente posible nuestra vida. Bajo el punto de vista de ser uno mismo, cada uno de nosotros depende del otro por igual, en la comunicación con el cual y sólo en ella llegamos a ser ambos nosotros mismos. No hay libertad aislada...
 

     De aquí que sólo seamos independientes en tanto en cuanto estamos entretejidos en el mundo. La independencia no puede realizarse abandonando el mundo. Ser independiente en el mundo significa, antes bien, una relación peculiar con el mundo.